jueves, 6 de julio de 2017

BABY DRIVER: LA PELI "MOLONA" DEL AÑO

Edgar Wright ha vuelto tras su trilogía del Cornetto, (formada poShaun of the Dead (aká Zombies Party) (2004), Hot Fuzz (aká Arma Fatal) (2007) y Bienvenidos al fin del Mundo (2013)), y la adaptación del cómic Scott Pilgrim contra el mundo (2010), ahora nos trae otra película con toda su esencia.


Desde el principio de ésta, parece que el director te quiere decir "Esta película mola", con una dirección brillante y moderna, que nos recuerda a ese tono de películas que tienen el canon actual de "pelis molonas" como pueden ser El Lobo de Wall Street o Deadpool. Durante toda la obra, el director te lleva por un camino de emoción a ritmo de persecuciones, tensión y buena música.
Y es que si por algo destaca la película es por su colección de canciones que ambientan casi todo el metraje de la película, aparte de los homenajes al vinilo y al cassete. El protagonista, al que le llaman Baby, tiene un zumbido en los oídos debido a un accidente en su infancia, y siempre lleva puesta música en sus oídos para evadirse. Esta es la excusa para que la película esté llena de canciones durante todo lo que dura, destacando especialmente en las escenas de acción, las cuales son espectaculares.


Lo admito, si hay algo que me guste en una película es una buena secuencia musical, en el que imagen y sonido quieran transmitir alguna emoción o sentimiento determinado y lo consigan, y a mí con eso ya me ganaron.
Durante toda la obra se nota el ambiente desenfado y las ganas de pasarlo bien del director y de actores del reparto como Jon Hamm o Jamie Foxx, que no todos los días pueden hacer papeles de personajes tan desquiciados.
El protagonista Ansel Elgort se desenvuelve bien en el papel del joven protagonista, y la química que tiene con la actriz Lily James, junto a la que sostiene la trama romántica adolescente de la película, consiguen que sea un aliciente más del film.
La película tiene semejanzas en muchos de sus elementos con Drive, la grandiosa película de portagonizada por Ryan Gosling, pero si bien en ésta Edgar Wright varía en forma y fondo, prescinde de la profundidad y seriedad que tenía la película del danés Nicolas Winding Refn, y apuesta más por el tono desenfadado, más limpio y "cool".


Para colmo, en el tramo final el director decide dejar de lado toda la verosimilitud y opta por la locura y la adrenalina, coge ese espíritu juvenil de pasarlo bien sin mirar las consecuencias, y aunque parezca improbable, se puede decir que acaba funcionando de manera efectiva dentro de la obra.
Un film que disfrutarán tanto los seguidores del autor como los amantes del cine moderno y lleno de adrenalina, en lo que se convertirá en una apuesta segura para el cine de entretenimiento a partir de ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario