jueves, 10 de octubre de 2019

ÉRASE UNA VEZ... EN HOLLYWOOD: TARANTINO NOS DA UN PASEO EN CADILLAC POR LA CALIFORNIA DE SU INFANCIA

El nuevo largometraje de Tarantino, estrenado este verano en las salas de todo el mundo, no ha vuelto a dejar indiferente a nadie. Un director que genera respuestas de todo tipo, desde las personas que lo adoran, sea por unos motivos o por otros de su cine, hasta lo que los que no le convencen o directamente no le soportan.

Lo que está claro es que el director es una de las figuras más importantes de las dos últimas décadas de esta industria, un autor que ha sabido crearse una marca propia a base de utilizar elementos del cine con el que creció y aprendió y mezclarlos y transformarlos de una manera única y diferente al resto. Estas influencias se verán más presentes que nunca en su nueva obra.


Antes de su estreno había mucha expectación por ver la que sería su novena película de su filmografía (sin contar con 'El cumpleaños de mi mejor amigo', su primer proyecto que hizo cuando apenas estaba comenzando en esto y que se encuentra inacabada debido a que un incendio quemó parte del metraje o proyectos que realizó en conjunto como 'Four Rooms' o 'Grindouse', además de otros largos en los que ha trabajado solo como guionista) y la que se supone que será su penúltima obra (aunque lleva años amenazando con su retirada y ya nadie sabe si creérselo o no).
Parte de la expectación del largometraje venía por ser una obra del autor y por la época donde se iba a ambientar, pero también influía mucho el reparto estelar que tiene, comandado por las estrellas del cine Brad Pitt, Leonardo Di Caprio y Margott Robbie. Esto, que es algo que se hace con frecuencia, suele ser un error del público. Al ver un buen reparto en el casting, la obra automáticamente será buena, cuando sin embargo, deberíamos fijarnos primero y casi exclusivamente en su equipo creativo compuesto por el director y el guionista, pero es un fallo muy común y seguramente sea algo que ha cometido mucha gente antes y después de visionar esta obra.

Y es que poco después de su estreno, se podían leer y escuchar afirmaciones de todo tipo, desde algunos que la calificaban de "obra maestra" hasta otros que la achacaban de película sin sentido o hasta que era una pérdida de tiempo. Y realmente entiendo los motivos para unas afirmaciones tan contrapuestas. Pasado un tiempo de su estreno que nos ha servido para asentar la obra y reflexionar sobre ella, podemos poner algunos pensamientos por escrito para intentar analizar que es en realidad Erase una vez... en Hollywood:

Lo primero que podemos decir es que, a diferencia de la mayoría de películas comerciales norteamericanas, la obra te exige unos conocimientos previos sobre la época en que se sitúa la historia y los hechos que se viven en ese momento. Y no solo eso, también sobre el cine y televisión que se hacía en esos momentos. No es que sea algo imprescindible para disfrutar de la película, ya que considero que como mínimo, puede ser un producto de entretenimiento para cualquier tipo de espectador, pero si es cierto que la película recompensa a quienes conocen de antemano o han hecho un trabajo previo de antes de su visionado.
No es lo mismo partir de cero sin saber nada sobre ésa época que saber con anterioridad quién es Steve McQueen, haber oído la personalidad que se le atribuye a Bruce Lee o la historia del director Roman Polanski y su mujer Sharon Tate, así como los crímenes de la secta La Familia.
Pero aunque sea posible que algunos trucos de marketing hayan podido engañar al espectador, esto no es un biopic de Sharon Tate ni de Charles Manson, ni tampoco es una historia sobre una secta o el relato de un traumático crimen que se produjo en Hollywood.

Esta es la historia de la industria cinematográfica más importante del mundo en uno de los momentos más atractivos de su trayectoria. Y para ello nos muestra la historia de dos amigos que viven su vida dentro de ese hipnótico marco. Pero realmente, la historia tampoco va sobre ellos. Los dos protagonistas son herramientas para poder mostrarnos el Hollywood con el que un joven Tarantino que vivió al sur de Los Angeles creció.
Estamos ante la definitiva carta de amor al cine del director, un homenaje al cine y al oficio de la industria cinematográfica, en especial a un cine y una televisión clásica que se hizo en un momento determinado y que se estaba acabando, dando lugar a un nuevo cine comandado por personas como Roman Polanski. Todo esto lo veremos gracias a personajes como los dos protagonistas de la obra.


Gracias a Rick Dalton conocemos la historia de un actor que tras vivir una época de estrellato como estrella de televisión y de cine, tiene que reencontrarse y superar la crisis existencial que está viviendo. Por su lado, Cliff Booth representa a ese grupo de personas que no son estrellas y ni siquiera son conocidas para el público. a diferencia de las estrellas de cine, a quienes se decidió convertir en auténticos dioses en la época del cine clásico y seguimos así a día de hoy, pero que son igual de importantes para que un proyecto salga bien, como en este caso son los dobles de cine. 

Las voces más críticas con la película dicen que no cuenta nada, que no pasa nada en ella, que la obra está llena de momentos que no hacen avanzar la trama y que solo sirven para distraer o engañar al espectador. Pero no es así del todo. El objetivo de Tarantino es invitarnos a dar un paseo en un Cadillac Coupe Deville de 1966 para mostrarnos como funcionaba esa industria y como respiraba esa ciudad en un momento muy particular, el final de los alegres años 60 y el comienzo de una nueva década que traerá una transformación en la sociedad y en el propio Hollywood.

¿Y qué pasa con Sharon Tate y con Charles Manson? Es cierto que podríamos decir que las escenas que nos muestran de la vida de la joven actriz no aportan nada a la resolución de la historia, pero creo que el director hace esto por dos motivos: Primero, como homenaje a la actriz en representación de una generación de actrices que lucharon por triunfar en esa época, mostrándonos a una joven casi angelical llena de luz, ilusión e inocencia, y segundo, para que al igual que Polanski, nos acabemos todos enamorando de este personaje y según se acerque el final, suframos pensando en el destino que le va a tocar de forma inevitable, al menos de forma aparente. Por su parte, la historia de Manson y su particular familia sirve como un elemento más de fondo que compone este ecosistema y que además esta vez si, nos acabará valiendo para avanzar la trama.


¿Y qué pasa con su final? Para cerrar este asombroso viaje por el Hollywood que el director idealizó de pequeño, Tarantino nos da una bofetada audiovisual para recordarnos que, lo que estábamos viendo todo el rato, al fin y al cabo es ficción, como todo lo que se rodaba por aquel entonces, y como buena ficción, el director se niega a asumir la realidad y nos muestra un final edulcorado, porque en el Hollywood de Tarantino no hay crueles asesinatos ni masacres, sino historias de enredo entre vecinos privilegiados que les servirán para realizar otras historias con las que entretener al espectador en el futuro, eso sí, con lanzallamas y ataques de perro de por medio.

Es posible que la obra se pase de metraje o que algunas secuencias se extiendan en exceso, que después del fallecimiento de su editora habitual Sally Menkes, sus siguientes obras montadas por Fred Raskin sean más largas de lo normal quizás no es casualidad, pero que queréis que os diga, al igual que me pasó con el paso en caballo de 'Django desencadenado' y la puesta teatral de 'Los odiosos ocho', yo me lo he pasado bomba con este paseo por una época que seguro no fue tan idílica como nos la pinta, pero es parte de la fábula que nos cuenta el director. Por todos estos motivos al acabar la película solo pude decir: "No puede haber acabado todavía, por favor". Pero hasta las mejores historias tienen un final.

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